Para los hijos, el divorcio es un evento que causa mucho dolor en cualquier edad, pero si están pequeños siempre tienen la fantasía de que ellos tuvieron la culpa, sobre todo si los padres consideran que por estar pequeños no siempre explican lo que sucede. Por eso los niños al no tener la información completa, tienden a llenar los vacíos informativos con sus fantasías, en donde le atribuyen a que, porque ellos se han portado mal, han mentido o no ordenaron sus juguetes, los padres deciden separarse.
Lo cierto es que siempre hay forma de explicarle a los niños que cuando los adultos deciden separarse para no continuar discutiendo, es mejor la separación, se pueden hacer analogías de juego, juguetes o cosas similares, que impliquen que para no pelear, vivirán en casas diferentes, pero que siempre podrán ver a papá.
Si son adolescentes, se les puede hablar más claro, pues ellos han escuchado los pleitos y el contenido de los desacuerdos. Lo importante es buscar lo más saludable para los hijos.
Tengo casos en mi clínica, de esas separaciones problemáticas, en donde la madre no acepta que ya se perdió el amor, ya sea porque ha habido infidelidad u otras cosas, pero que ella queda con mucho enojo y frustración, determinándose a hacerle la vida imposible a su pareja, les habla en mal de él a sus hijos, le pone obstáculos para todo, no permite que vea a sus hijos, haciéndole realmente la vida insoportable. Sin darse cuenta de que el daño se revierte en sus hijos, la madre continua con sus contiendas sin dar tregua.
El problema más grande surge cuando los hijos deciden no tener mayor relación ni con uno ni con otro para no quedar en fuego cruzado. Actualmente veo niñas de 12 años con diabetes, emocionalmente esto implica haber perdido la dulzura en su vida, niñas de esta edad no tendrían que estar absorbiendo las amarguras de sus padres. Pero cada día es más común.
Yo sugiero siempre que los padres, después de una separación busquen ayuda profesional por su parte, para aprender a afrontar las pérdidas, a esto se le llama Separación Consciente, en donde de forma madura aceptamos que la vida tiene ciclos y hay que afrontarlos con madurez y desarrollar resiliencia, su bien y por el de sus hijos. Que comprendan que no tiene sentido seguir peleando, dañándose y sobre todo cargando a sus hijos volviéndolos razoneros o mandaderos de ofensas.
