Lo primero que hay que comprender es que los hijos vienen a través de los padres, son un medio para dar vida. La madre es la herramienta para poder dar vida, procurar un lugar en el cuerpo para crear esa maravilla de la creación y traer una vida nueva a este mundo, es un hijo de Dios y nos confió su crianza.
Por años se ha manejado la idea de que los hijos son propiedad de los padres, por esa razón nos volvemos muy aprehensivos en su crianza. Pero debemos entender que no son nuestra propiedad y al creer eso es que las cosas entre padres e hijos se complican.
Esta creencia nos hace tratar a los hijos como si fueran una propiedad o como una inversión, en el sentido de que algunos padres llegan a sacar la cuenta de los gastos que los hijos les ocasionan, por eso es que algunos padres esperan a que sus hijos crezcan y le recompense esa inversión, esto causa un infortunio para ambos, pues inconscientemente el hijo siente el compromiso de devolver eso que por derecho le correspondía.
Estas causas hacen que algunos padres, madres sobre todo, se vuelvan muy sobre protectoras, dominantes y controladoras, por esa creencia de propiedad, por esa razón algunos chicos se vuelven dependientes de nosotros e inseguros; debemos criarlos para los contrario, que sean independientes y seguros.
Se dan otros casos en donde los hijos son tratados como empleados a los que les descontamos (emocional o afectivamente) cuando tienen faltas. Esto genera en ellos la creencia de que solo son valorados por lo que hacen y no por lo que son, por eso buscan siempre la aprobación.
Es necesario que como padres, comprendamos eso y nos instruyamos acerca de las necesidades psicológicas y emocionales, para que en lugar de entrar en controversias con ellos, les ayudemos a seguir el camino de la completitud, orientándoles a su vez en la parte espiritual, que sepan que Dios no castiga y es todo amor. Ya que cuando sentimos la batalla perdida, sobre todo en la adolescencia, los amenazamos con un Dios castigador por lo que les implantamos la culpa por comportamientos que son normales en el desarrollo como si fueran horrores de la naturaleza.
Jacqueline Alvarenga
Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta

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