El bullying es una modalidad de acoso psicológico llevado a cabo en la escuela o colegio. Este puede ser de tipo verbal o físico, el cual puede extenderse fuera del centro escolar. Generalmente los niños que lo sufren, son niños que han tenido algún tipo de carencia afectiva o potenciadora en el hogar. Por ejemplo, les dijeron frases como: “Te portaste mal, No mereces nada” “Eres un debilucho” “Todo lo haces mal”, “Pobrecito el niño, él no puede”, entre otras.
Con estos programas el niño va con temor al colegio, sintiéndose un perdedor, en desventaja ante cualquier situación o persona.
Estas frases, en psicología se convierten en Interferencias Inconscientes, que siguen vigentes hasta la adultez, por lo tanto, los niños abusivos detectan esta debilidad en el niño que es claramente manifiesta y la utilizan para empeñarse contra el niño, para ellos reforzar su bravuconería y poderse sentir fuertes.
El perfil de los niños abusadores, es también un resultado de maltrato en casa, a lo mejor recibieron los mismos mensajes, pero estos los convierten en una forma de compensación para convencerse que no son lo que los adultos les dijeron. En ambos casos, abusador y abusado, recibieron mensajes que los minimizaron y que ya en grupo, se sienten fuertes.
Si de alguna forma, el niño abusado, llegara a abordar a un abusador a él solo, se encuentra con que este abusador está lleno de miedo y carece de la valentía que presenta en grupo. Y al ser así, hasta ahí llegan los episodios de abuso.
Muchas veces, el niño o niña abusada son mas grandes que los abusadores, pero es su mente siguen siendo pequeños y por esa razón no se defienden, cuando perfectamente pudieran acabar con esa situación de abuso constante.
En estos casos, los niños abusadores también necesitan reprogramar su mente, pero no lo pueden hacer solos, necesitan el apoyo de sus padres, para darles amor incondicional. Puesto que lo que aquí sucede es que los niños se sienten no amados y se vuelven abusadores.
Con los niños abusados, también se tiene que trabajar, pero siempre con los padres y no con ellos, puesto que los niños no tienen responsabilidad de su conducta, pues solo están proyectando lo que sus padres les han hecho sentir.
Se sugiere que sean los padres los que asistan a consulta, ya que antes de los 12 años los niños no son responsables de sus programaciones, pero si sufren los efectos y se sienten invalidados.
